El acceso al agua y saneamiento constituye un derecho fundamental, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2010, que, como otros muchos derechos, está siendo sistemáticamente vulnerado para buena parte de la humanidad.
Pese a tímidos avances en las últimas décadas, unos 2.000 millones de personas en el mundo carecen de agua potable en su hogar, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Especialmente grave es el caso de África, donde se concentra la mitad de esa cifra.
La actual problemática del agua echa sus raíces en una triple crisis: la de suministro de un elemento esencial para la vida, la de disponibilidad de un bien escaso, y la de gobernanza de un recurso estratégico para el mundo.
Crisis de suministro de agua potable
Son millones los seres humanos que, por su pobreza, no pueden costearse sistemas de captación del agua presente en su entorno: agua de un manantial, un río, o una laguna; aguas subterráneas o aguas de lluvia.

Esta crisis de suministro pone en serio riesgo su vida, su salud, su seguridad alimentaria y su capacidad de desarrollo socioeconómico.
A pesar de su abundancia aparente, el agua es un recurso finito y difícilmente renovable. Se calcula que el 97,5% del agua es salada y está en los océanos. Sólo el 2,5% es dulce y, de ese pequeño porcentaje, el 68% se encuentra en estado sólido (casquetes polares y glaciares), el 30% en depósitos subterráneos, y sólo el 2% en lagos, ríos y pantanos.
Crisis de disponibilidad
El uso indebido y despilfarro del agua, que no es infinita, como acabamos de señalar, es otro de los factores que acrecientan la gravedad de la crisis hídrica mundial.

La exagerada presencia de plásticos en mares, lagos y ríos pone en riesgo la salud del mar, así como la supervivencia de la fauna y flora marina. Un ejemplo claro de esto son los microplásticos, los cuales acaban, muchas veces, entrando en la cadena alimentaria humana, al ser ingeridos por las especies que habitan las aguas.
Por otro lado, el calentamiento global está provocando un vertiginoso avance de la sequía, así como desertificación progresiva en distintos rincones del planeta.
Es hora de exigir un mayor compromiso
El Día Mundial del Agua 2024 (hoy 22 de marzo) es una fecha para hablar y mostrar el compromiso solidario con esa parte de la humanidad que padece la falta de suministro del agua potable. Es una jornada para sensibilizarnos sobre una gestión sostenible y un uso responsable de los recursos hídricos. Y es, definitivamente, un día para pedir que los Estados y Gobiernos garanticen —sobre todo para las comunidades descartadas del Sur— el disfrute del derecho fundamental al agua y saneamiento.
Fuente: Manos Unidas