El periodista Iván Paredes Tamayo, en un informe para Mongabay, revela datos impactantes sobre la deforestación en Bolivia y otros países sudamericanos. Un reciente estudio del Laboratorio GLAD de la Universidad de Maryland y Global Forest Watch (GFW) indica que Bolivia ha ascendido al segundo lugar entre los países con mayor pérdida de bosque nativo. En 2024, el país perdió 1.8 millones de hectáreas, de las cuales el 83 % correspondía a bosques primarios, una cifra que triplica la registrada en 2023.
Pero Bolivia no es el único caso preocupante. Brasil lidera la lista de países con más pérdida de bosque, Perú ocupa el quinto puesto mundial y Colombia ha visto un repunte alarmante en la deforestación, principalmente por la minería ilegal y la expansión de cultivos ilícitos.

A nivel mundial, los datos son también desalentadores: la pérdida de bosques globales se disparó a máximos históricos en 2024, impulsada por un aumento catastrófico de incendios. Solo la pérdida de bosques tropicales primarios alcanzó los 6.7 millones de hectáreas, casi el doble de 2023, y esa cifra abarca un área casi del tamaño de Panamá. El mundo está perdiendo sus bosques a un ritmo de 18 campos de fútbol por minuto.
Causas y consecuencias
La deforestación en Sudamérica responde a una combinación de factores económicos, políticos y climáticos. En Bolivia y Brasil, la expansión agroindustrial ha convertido vastas extensiones de bosque en terrenos para el cultivo de soja, ganadería y caña de azúcar. La tala masiva, impulsada por la demanda global, sigue avanzando sin una regulación adecuada, profundizando la crisis ambiental.
A esto se suman los incendios forestales, muchas veces provocados para despejar tierras. En temporadas de sequía extrema, estas quemas se convierten en fuegos descontrolados que arrasan ecosistemas enteros. La situación es aún más grave en Colombia y Perú, donde la minería ilegal y el narcotráfico han puesto una fuerte presión sobre los bosques, degradando zonas protegidas y desplazando comunidades indígenas.

Las políticas estatales, en varios de estos países, han mostrado una permisividad preocupante. La falta de regulación efectiva permite la conversión acelerada de bosques en terrenos agrícolas, favoreciendo intereses económicos a corto plazo sin considerar las graves consecuencias ambientales. Como resultado, la región enfrenta una pérdida acelerada de biodiversidad, crisis hídrica y alteraciones climáticas que afectan tanto a las comunidades locales como a los ecosistemas globales.
¿Hay soluciones?
Algunas iniciativas han mostrado éxito en la conservación de bosques. En Bolivia, la autonomía indígena Charagua Iyambae ha implementado estrategias efectivas para contener incendios forestales. A nivel local, proyectos como Ambá y Proyecto Carapé en Uruguay han impulsado la restauración ecológica y la conservación comunitaria.
Referencias: Este artículo se basa en la investigación publicada en Mongabay, escrita por Iván Paredes Tamayo. Para leer el análisis completo, puedes acceder al artículo original aquí.

