La Laguna Garzón, un refugio de biodiversidad aviar, alberga especies protegidas y migratorias que dependen de este hábitat para nidificar, descansar y alimentarse.
Imaginen una tarde en Laguna Garzón. El sol comienza a descender, tiñendo el cielo de tonos dorados. En medio de este paisaje idílico, las velas de los kitesurfistas se elevan y se despliegan, moviéndose con la gracia de un ave en vuelo. Sin embargo, esta escena de libertad y destreza humana oculta un impacto profundo. Con un promedio de 13.5 practicantes diarios y un máximo de 54 kitesurfistas en un solo día, las aves se ven obligadas a buscar refugio, huyendo del bullicio y la actividad.
Ubicada en el límite entre los departamentos de Maldonado y Rocha, en Uruguay, la Laguna Garzón constituye un santuario natural que alberga una amplia diversidad de aves. En sus apacibles aguas y sus alrededores, se puede apreciar una impresionante variedad de especies, incluyendo aves protegidas y migratorias que seleccionan este enclave para anidar, descansar y alimentarse.
Desde 2014, la Laguna Garzón ha sido incorporada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas y en 2008 fue designada como un Área de Importancia para la Conservación de las Aves (IBAs). La preservación de esta comunidad de aves acuáticas y costeras constituye uno de los principales propósitos de esta zona protegida, resaltando su significancia a nivel nacional e internacional.

En los últimos años, el kitesurf ha experimentado un incremento en popularidad en la Laguna Garzón. No obstante, la práctica de este emocionante deporte en un entorno tan frágil plantea desafíos significativos para la conservación del ecosistema, particularmente en lo que concierne a la protección de las aves que dependen de esta región única.
Desde 2020, el Ministerio de Ambiente viene trabajando para encontrar un equilibrio entre la pasión humana por los deportes náuticos y la necesidad de proteger la rica avifauna de la laguna. La Resolución Ministerial N° 461/2020 marcó el inicio de una nueva era: zonas delimitadas, límites en el número de practicantes y una serie de requisitos destinados a minimizar el impacto sobre el entorno natural.

Un equipo de especialistas, integrado por Adrián Aspiroz, Joaquín Aldabe, Matilde Alfaro, Agustina Medina y Federico Turini, ha llevado a cabo detallados monitoreos para evaluar el impacto del kitesurf. Sus hallazgos recientes, correspondientes a la temporada 2022-2023, revelan una realidad inquietante: el kitesurf ha surgido como la mayor perturbación para las aves acuáticas de la zona.

Durante la temporada, se han registrado 47 especies de aves acuáticas, de las cuales el 10% son prioritarias para la conservación. El impacto del kitesurf ha sido devastador: el número de especies presentes se ha reducido a la mitad en todos los sitios de monitoreo, incluso en aquellos fuera del polígono habilitado. Los individuos de aves también han disminuido significativamente en la zona de práctica, mientras que se ha observado un incremento en un área fuera del polígono, sugiriendo que las aves se refugian allí para escapar del disturbio.

Los esfuerzos de sensibilización y educación realizados por el equipo de guardaparques han sido bien recibidos por los practicantes de kitesurf. La mayoría respeta las regulaciones, aunque persisten algunos problemas como la sub-utilización del registro online de practicantes y la presencia de escuelas no autorizadas, especialmente entre los extranjeros e iniciantes que desconocen las normas.
En relación con la diversidad de aves de la temporada, se han identificado un total de 47 especies, de las cuales 5 se consideran prioritarias para la conservación. Entre las especies migratorias neárticas se encuentran el Pluvialis dominica, el Calidris canutus, el Charadrius semipalmatus, el Calidris fuscicollis, y la especie residente Coscoroba coscoroba.

Foto Ministerio Ambiente
Estos descubrimientos coinciden con los datos recopilados entre 2020 y 2022, donde se registraron 48 especies, incluyendo 9 catalogadas como prioritarias para la conservación, lo que indica una similitud en la composición de especies predominantes.

Una observación notable fue la identificación del Phoenicopterus chilensis en el brazo de la barra. Esta especie se avista entre mayo y agosto, con un grupo de 5 a 8 individuos que se mantienen en la zona de desembocadura de la laguna. Este hallazgo sugiere posibles efectos positivos de restringir esta área para la práctica de deportes náuticos.
Para cada especie, se identificaron los tipos de disturbios presentes en el área de observación, especificando el disturbio principal, secundario y terciario. Estos incluyen kitesurf, windsurf, wingfoil, catamaranes, pescadores, embarcaciones, perros, turistas y los propios observadores. Se registró la cantidad de elementos por tipo de disturbio, el rango de tolerancia de las aves respecto a estos disturbios y su reacción correspondiente: permanecer en el lugar, desplazarse o huir.

Con base en los datos recopilados, se pretende evaluar los impactos del kitesurf en las aves y su entorno. Se han documentado las posibles interferencias ocasionadas por el ruido, la presencia humana (turistas), mascotas, y la práctica del kitesurf en las zonas utilizadas por las aves para anidar, alimentarse y descansar, destacando la prevalencia del kitesurf sobre las demás actividades registradas. Esta práctica se llevó a cabo principalmente por las tardes, no siendo observada durante los muestreos matutinos.
En cuanto a la distribución de la práctica de kitesurf en los puntos de muestreo, se observó una clara predominancia en los sitios designados para esta actividad. Sin embargo, se registró actividad en la zona no autorizada en dos ocasiones.
Artículo elaborado por Ambienta, en base al informe “Resultados del monitoreo de aves acuáticas de la Laguna Garzón y el impacto de los deportes náuticos”.

