Sebastián Benfeld, originario de la región de Valparaíso, creció en una de las zonas con mayores conflictos socioambientales de Chile. Desde joven, se involucró activamente en movimientos de defensa de los derechos humanos y la protección del medio ambiente.
Su trayectoria como activista lo llevó a participar en la primera huelga climática global en 2019. Un año después, en 2020, la CEPAL-ONU lo reconoció como «Joven Campeón del Acuerdo de Escazú para América Latina y el Caribe». Benfeld lideró la campaña «Escazú Ahora Chile», un esfuerzo crucial que culminó con la ratificación oficial del tratado por parte de su país.
Actualmente, Sebastián Benfeld es un estudiante de periodismo. En una entrevista exclusiva con Revista Ambienta, reflexiona sobre su recorrido como activista y detalla los planes del movimiento para asegurar el cumplimiento del Acuerdo de Escazú en Chile. También comparte las motivaciones que lo llevaron a estudiar periodismo.
¿De dónde surge tu motivación para involucrarte en el activismo?
Mi motivación nace del lugar en que vivo, que es la Región de Valparaíso en Chile. Se trata de la zona que concentra la mayor cantidad de conflictos medioambientales de mi país, contando con actividad minera que destruye glaciares en la cordillera, monocultivos que dejan sin agua a quienes habitan el interior de la región y un polo industrial sin precedentes en el mundo como lo es la bahía de Quintero y Puchuncaví en la costa, donde más de 16 industrias contaminantes operan de manera simultánea, intoxicando a la población impunemente.
Estos conflictos siempre han existido, llevan años allí, pero a medida que he ido creciendo, me he dado cuenta de que los conflictos no han disminuido, ni siquiera se han mantenido, sino que por el contrario, han aumentado. Hoy, por ejemplo, en Puchuncaví hay una central termoeléctrica más que cuando yo era pequeño. Actualmente se propone instalar una planta de hidrógeno verde en el mismo lugar y en la cordillera las industrias siguen expandiéndose en busca de más minerales. Entonces, ver que las cosas no cambian y que, por el contrario, están empeorando, fue lo que me motivó a involucrarme y buscar la forma de cambiar un poco las cosas.
Mi zona, antes de las industrias contaminantes, era buena para la pesca y la agricultura, pero hoy ya no porque el fondo marino está totalmente contaminado, al igual que el aire y los suelos.
¿Cómo influyó en tu accionar el premio otorgado por la Organización de Naciones Unidas?
Yo valoro y agradezco mucho el premio que me dieron en en las Naciones Unidas por mi trabajo en la defensa del medioambiente y los derechos humanos en Chile. El activismo no es fácil. Requiere de trabajo duro, dedicación y también trae aparejado muchos momentos difíciles. Reconocer y poner en valor todo ese trabajo sin duda que ayuda a reforzar y potenciar el trabajo que uno está realizando.
Este premio viene a darme un impulso a mí y a mi organización para que sigamos adelante, para que no nos conformemos tan solo con haber conseguido que Chile suscriba el acuerdo sobre protección ambiental más importante de los últimos 20 años, sino que redoblemos nuestros esfuerzos para conseguir que cada uno de sus articulados se implementen de manera plena, efectiva y ambiciosa en nuestro país.

¿Cuál es hoy tu impresión sobre los temas ambientales a nivel global?
Hoy nos enfrentamos ante una crisis sin precedentes en la historia de la humanidad. Cada día vemos como el cambio climático se hace más presente en nuestros territorios, trayendo consigo sequías, incendios forestales, marejadas y hasta inundaciones.
Pero no es el único problema que afrontamos, también somos testigos de una pérdida de biodiversidad tremenda, que avanza a pasos agigantados y acaba con la vida de miles de especies imprescindibles para el equilibrio ecosistémico de nuestro planeta.
Aunque para mí lo más preocupante de todo es que hoy también estamos presenciando una pérdida de confianza tremenda en las instituciones y en la democracia como un mecanismo efectivo para dar soluciones a estos problemas.
Sin gobiernos e instituciones fuertes, es muy difícil que logremos afrontar de buena manera cualquier desafío que nos aparezca. Por lo mismo, creo que avanzar hacia una mayor democracia ambiental y rendición de cuentas de nuestras autoridades es tan importante como tomar medidas de conservación de los ecosistemas.
¿Cuáles son los retos en materia ambiental para Chile?
En Chile tenemos grandes desafíos en materia de justicia ambiental. Somos un país en donde se ha normalizado la idea de que parte de la población debe sacrificarse para que otra “se desarrolle”, lo que es completamente inaceptable. No podemos permitir que las comunidades más vulnerables paguen los costos de un supuesto desarrollo que termina beneficiando sólo a los más ricos de este país y a las transnacionales que aquí se instalan. Y para eso el empoderamiento ciudadano es fundamental.
Soy un fiel creyente de que la única manera de afrontar la crisis socioambiental que hoy vivimos es dándole más herramientas a las personas para que puedan defender su entorno. Para ello, me parece urgente implementar de manera plena, efectiva y ambiciosa los derechos de acceso a la información, la participación y la justicia ambiental y también debemos redoblar nuestros esfuerzos para asegurar la protección de quienes hoy alzan su voz por la defensa del medioambiente.
Latinoamérica es la región más peligrosa para defender el medioambiente y Chile no es la excepción, tenemos casos de amenazas, amedrentamientos y ataques graves que deben ser investigados y abordados por la justicia, y para todo ello la implementación del Acuerdo de Escazú es fundamental.

¿Qué impresión tienes de Uruguay en cuanto a políticas y activismo ambiental?
Si bien, al igual que Chile, Uruguay cuenta con buenas políticas ambientales, creo que aún podría hacer mucho más para proteger el medioambiente y resguardar la salud de sus habitantes. En cuanto a mi área de competencia, que es el Acuerdo de Escazú, me parece que aún tienen mucho por avanzar para conseguir que este Tratado internacional se implemente de manera plena, efectiva y ambiciosa en su país, fortaleciendo su institucionalidad ambiental, mejorando y aumentando sus mecanismos de transparencia y justicia ambiental y generando mecanismos que prevengan eventuales casos de amenazas y ataques contra defensores del medioambiente.
A corto plazo, ¿qué metas tiene Escazú Ahora Chile?
Nuestro objetivo principal como organización es fiscalizar y promover la implementación plena, efectiva y ambiciosa del Acuerdo de Escazú en Chile, lo que se traduce en la realización de investigaciones, la promoción de medidas concretas para proteger a las personas y el medio ambiente y la realización de campañas.
En el corto plazo, creemos que lo más importante es avanzar hacia una implementación efectiva del artículo 9 del tratado, que versa sobre la protección de los defensores ambientales, pues nos parece que es el tema en que nuestro país se encuentra más al debe. En este sentido, para inicios de 2024 esperamos publicar una investigación detallada sobre la situación actual de los defensores ambientales en Chile, que sirva de insumo para implementar medidas de protección inmediatas y eficaces en esta materia.

Imagen Dagne Cobo Buschbeck for Global Citizen
En 2022 se asesinó a una persona defensora del medioambiente cada dos días y la mayoría de los asesinatos ocurrieron en Latinoamérica. ¿Qué reflexión te merece el problema ambiental asociado a los derechos humanos?
La situación de los defensores ambientales en Latinoamérica es tremendamente preocupante. Vivimos en la región más peligrosa del mundo para defender el medio ambiente y no contamos con los mecanismos necesarios para afrontar esta situación. Los defensores ambientales desempeñan un papel crucial en la preservación del medio ambiente y el equilibrio ecológico. Son personas valientes que día a día se atreven a alzar sus voces por la protección de la naturaleza y el empleo de prácticas más sostenibles.
No podemos proteger el medio ambiente sin antes proteger a los defensores ambientales, ellos representan la primera línea de defensa contra actividades perjudiciales para el entorno. Al garantizar su seguridad, no solo salvaguardamos sus vidas, sino también la integridad de los ecosistemas que protegen. Por todo ello, la toma de medidas concretas para su protección es urgente.
Sebastián Benfeld y la comunicación
¿Por qué elegiste estudiar la carrera de periodismo?
Elegí estudiar periodismo porque creo firmemente en la comunicación como un poderoso catalizador del cambio social. La capacidad de transmitir un mensaje claro, entendernos y dialogar, nos permiten dar con soluciones concretas frente a los problemas más apremiantes de nuestro tiempo.
Creo que en nuestras vidas cotidianas debemos pasar del paradigma de la información al paradigma de la comunicación, dejando atrás la idea de que yo tengo un conocimiento especial que entregar a los demás y empezando a escuchar más al otro y viendo que nos aleja y que nos une. Solo con una comunicación efectiva lograremos llegar a buen puerto.
Por eso decidí estudiar periodismo, para entender mejor cómo funciona la comunicación, como acercarse mejor a los demás y entender cosas que sólo una buena formación en comunicación social te permite. Ahora bien, hoy trabajo en un medio de comunicación y me he dado cuenta de que el ejercicio del periodismo es también un tremendo aporte a la construcción de sociedades más justas, transparentes y democráticas.
En el fondo, los medios de comunicación también actuamos como fiscalizadores del poder, vigilando las acciones de las instituciones gubernamentales y corporativas y poniendo sobre la mesa las preguntas incómodas que abren conversaciones que antes estaban cerradas. Al exponer la verdad y destapar situaciones ocultas, el periodismo se convierte en un contrapeso esencial para prevenir abusos y proteger los derechos fundamentales de la sociedad, y eso es algo que me encanta de mi profesión.
¿Qué puede aportar el ejercicio del periodismo a la agenda ambiental?
El ejercicio del periodismo se erige como un pilar fundamental para impulsar y enriquecer la agenda ambiental. A través de una cobertura detallada y contextualizada, los periodistas desempeñamos el papel crucial de informar a la ciudadanía sobre los desafíos medioambientales más apremiantes, las políticas en juego y lo que hoy sucede en nuestro entorno. Este acto de informar no solo educa, sino que también moviliza, inspirando a la acción y fomentando la conciencia colectiva sobre la urgencia de proteger el ambiente que nos rodea.
En este sentido, la capacidad del periodismo para plantear preguntas incómodas es esencial en el contexto ambiental.
Al cuestionar las políticas ambientales, la administración de nuestros recursos y las acciones corporativas, los periodistas contribuimos a poner en evidencia las fallas en el sistema y a señalar las áreas que requieren atención urgente. La función de destapar la verdad detrás de las acciones perjudiciales para el medio ambiente despierta la responsabilidad en la sociedad y presiona a los responsables para que rindan cuentas.
Asimismo, el periodismo desempeña un papel crucial al fiscalizar el poder. Al monitorear y exponer las acciones de gobiernos y corporaciones en relación con el medio ambiente, los periodistas contribuyen a mantener la transparencia y la responsabilidad. Esta función de vigilancia es esencial para prevenir abusos, promover prácticas sostenibles y garantizar que las políticas se alineen con los objetivos de conservación.
¿Cuál es el mayor desafío o meta que te planteas a futuro en lo personal y profesional?
Mi mayor meta tanto personal como profesional es contribuir de manera significativa para dejar el mundo en un estado mejor del que lo encontré. Para ello, cada día me esfuerzo por emprender acciones concretas que generen un impacto positivo y sostenible en mi entorno, de forma tal de dejar un legado positivo para las generaciones futuras. Aportar a la sociedad y ser parte del cambio es lo que le da sentido a mi vida.