Bruno Rodríguez tiene 23 años, nació en el barrio argentino de La Pedernal, es estudiante de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires y es el coautor del libro La Generación Despierta. Se involucró en el activismo ambiental seducido por el movimiento juvenil que arrancó en Europa con la figura de la activista sueca Greta Thunberg. El movimiento se extendió a todo el mundo, y dio lugar en Argentina al nacimiento de “Jóvenes por el Clima”.
Yo formo parte de una organización que nació al calor de las masivas manifestaciones juveniles impulsadas durante fines de 2018 y principios de 2019 a partir del involucramiento de jóvenes en el escenario de la militancia socioambiental a nivel internacional.
Bruno Rodríguez, activista argentino.
Bruno tuvo el honor de conocer a Greta Thunberg en Suecia, quien construyó el movimiento “Viernes por el Futuro” a nivel internacional y al haberse originado en Europa este fenómeno después se termina extendiendo por todo el globo, y en Argentina construyó su expresión en la organización que hoy le toca representar “Jóvenes por el Clima Argentina”.
“Nuestra región en el escenario de la crisis climática presenta un grado de vulnerabilidad en distintas dimensiones, que tiene que alertarnos y tiene que llamarnos a involucrarnos, no solamente en procesos de toma de conciencia individual, no solamente en esto que es necesario: empezar a cambiar nuestros patrones de consumo y adecuar nuestros estilos de vida a la situación completamente insostenible en términos ambientales que atraviesa el planeta, sino que en definitiva tiene que llamarnos a sumarnos a proyectos colectivos, a instancias incluso también de incidencia política, a maximizar estas instancias, estos procesos de protesta social atravesados fuertemente por el componente ambiental”, razona Rodríguez.
En ese sentido, el joven activista argentino cree que es importante empezar a construir conciencia latinoamericana sobre la necesidad de tener expresiones ambientalistas adecuadas a los contextos de vulnerabilidades socioeconómicas y de los contextos políticos.

Consultado por Ambienta, sobre cuál es su mirada a los temas ambientales y sus realidades, Bruno dijo que existe una necesidad de construir un ambientalismo desde la realidad latinoamericana.
«No es lo mismo pensar un ambientalismo con las demandas que pueden llegar a tener los jóvenes suecos, que pensar las problemáticas que tienen los jóvenes de una localidad como Paysandú, Montevideo, Buenos Aires o del norte de Argentina”, sostiene Rodríguez.
“Esto es muy necesario porque parte de un principio que se adecua en el curso de las decisiones vinculadas a la acción climática, en términos internacionales a los instrumentos de Acción Climática, que se configuraron en las cumbres mundiales del clima, que es el principio de responsabilidades comunes que todos tenemos», agregó.
Rodríguez entiende que esas responsabilidades comunes sobre la acción climática, son completamente diferenciadas en términos de cómo se distribuyen históricamente esas responsabilidades y de dónde parte el curso de las mismas. “Existe una brecha significativa entre lo que se postula en los instrumentos internacionales, como la descarbonización y la adaptación al cambio climático, y lo que se está haciendo en el acuerdo de París y otros acuerdos internacionales relacionados”.
También denuncia que “hay una sociedad, un conjunto de países, un club de países ricos que viven en la opulencia gracias al subdesarrollo de otros. Para Bruno Rodríguez «eso también es hablar de ambiente, es hablar de cambio climático y de la necesidad de construir esta expresión latinoamericana que atiende a nuestros propios problemas”.

Los países que menos contribuyeron a crear la situación son contradictoriamente los que más van a sufrir los efectos. Argentina forma parte de este club. Este es un tema social donde hay una profunda injusticia geopolítica entre países desarrollados y aquellos que están en vías de desarrollo. “Violencia ambiental también es que haya familias que deben soportar olas de calor extremas viviendo en casillas, hacinados, con techos de chapa y paredes que se caen a pedazos”, señala.
Entiende que la problemática ambiental se enfrenta sumando esfuerzos individuales y políticos. En cuanto a las acciones individuales, para él es fundamental considerar la dimensión política de los consumos y tiene una mirada crítica hacia el norte del continente. “Si aspiramos a tener un estilo de vida similar al del norteamericano promedio, necesitaríamos cinco planetas para satisfacer la demanda”.