En la reserva de Cuyabeno, ubicada en Ecuador, un grupo formado por biólogos y guardabosques ha identificado un nuevo marcador del actual calentamiento global. Su enfoque consiste en emplear trampas para capturar mariposas, un grupo de insectos particularmente susceptibles a las variaciones climáticas en esta área geográfica.

Mariposas monitoreadas
En las ramas de los árboles en la selva amazónica ecuatorial, se encuentran colocadas trampas para mariposas. Estas redes contienen un recipiente con cebo de pescado o plátano fermentado, atrayendo a los insectos adultos.

Durante una semana, el equipo de investigación recolectó un total de 169 mariposas, mayoritariamente pertenecientes a la familia Nymphalidae, de las cuales 97 fueron marcadas y posteriormente liberadas. Las restantes, aún no identificadas, serán objeto de estudio para ampliar el catálogo de especies.
La ONG Rainforest Partnership, con base en los Estados Unidos, respalda este proyecto, que contribuirá a una mejor comprensión a corto plazo de la extinción de ciertas especies frente al cambio climático.
Una bióloga lidera el proyecto
La bióloga María Fernanda Checa lidera el proyecto de investigación sobre mariposas en el cercano Parque Nacional Yasuní, una reserva de la biosfera que alberga extensas áreas petrolíferas en operación desde hace una década. En el año 2023, su labor se extendió a la reserva de Cuyabeno, ubicada en la provincia de Sucumbíos.

La cantidad de especies de mariposas que caen en trampas se ha reducido un 10% y en número de ejemplares “la disminución es muy significativa, estamos hablando tal vez de un 50%”.
María Fernanda Checa, bióloga.
Las mariposas son “bioindicadoras”, es decir “muy sensibles, incluso a pequeños cambios en el ecosistema” por su ciclo de vida que empieza cuando son huevos, luego orugas, y después una breve vida adulta, señala Checa.
Científicos empíricos
El monitoreo de mariposas se lleva a cabo con una precisión casi equiparable a la de una intervención quirúrgica.
Nilo Riofrío, el guardaparque, sobresale en el grupo por su destreza al manejar a estos delicados insectos. Su habilidad le permite capturarlos en pleno vuelo sin causarles daño, demostrando una memoria prodigiosa al identificarlos por su denominación científica.
Una mariposa por un pequeño color, un pequeño rasgo, ya da a entender que es otra especie. Es emocionante».
Nilo Riofrío, guardaparque con 14 años de experiencia.

Este proyecto no solo enriquece el ámbito científico, sino que además los observadores del Yasuní, con años de experiencia en esta labor, han publicado un artículo científico sobre sus vivencias y se encuentran preparando una segunda publicación.
Con información de AFP

