Lo primero que debemos hacer es poner en números la realidad del tema de los basurales a cielo abierto para entender la gravedad de los mismos.
* Por Claudio Cattáneo desde Argentina para Ambienta.
Para 2017, el “Informe del Estado del Ambiente”, elaborado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina, indicaba que existían más de 5.000 basurales a cielo abierto en todo el territorio, lo que significa, en promedio, más de dos basurales por municipio, cubriendo un total de 8.600 hectáreas.
Estos basurales a cielo abierto o BCA como se los denomina en la jerga técnica, son receptor de los residuos sólidos urbanos o RSU, que son retirados por las autoridades locales y luego depositados sin enterramiento final o bien con sistemas de tapados mecánicos pero sin ningún diseño acorde, para lograr el óptimo tratamiento de la basura allí enterrados.

Los RSU comprenden todos aquellos desechos generados en áreas urbanas provenientes de actividades domésticas, comerciales, industriales y de servicios. Estos incluyen plásticos, papel, vidrio, metales, restos orgánicos, textiles y residuos peligrosos. La diversidad de estos residuos complica su manejo, ya que cada material requiere un tratamiento específico para reducir su impacto negativo sobre el medio ambiente.
Según estudios, una persona en una ciudad promedio genera entre 1 y 1.5 kg de residuos al día. Con ciudades en continuo crecimiento, este volumen se multiplica, representando una carga significativa para los sistemas de gestión de residuos de los municipios.

Para tomar dimensión de los volúmenes que esto significa tomemos una ciudad pequeña de 50.000 habitantes, esto implica una cantidad diaria de 50.000 kg de residuos, lo que serían 1.500.000 de kilos al mes, unos 550.500.000 millones de kilos al año. Estos números superan ampliamente la idea que es un problema menor el destino final de los RSU en cualquier ciudad de nuestro país, por más pequeña que pueda parecer la misma.
Se podría tener un pequeño avance en el sistema si se pusiera en práctica la separación de los materiales en destino o bien en el sistema de recolección, evitando de esta manera un volumen de un 50% menos, tomando como este porcentaje la cantidad de residuos orgánicos que constituyen el total de los RSU de las familias argentinas, es decir de un kilo de residuos la mitad aproximadamente de los mismos son residuos orgánicos.
Es decir las maneras de evitar el proceso de colmatación y contaminación de los sitios destinados para el enterramiento o depósito de los RSU son varias, cada uno de ellas aportan de manera sustantiva al cuidado del medio ambiente. Se separa los distintos materiales, orgánicos, plásticos, hierros, cartones, vidrios, etc., en lugares que luego son embalados o puestos de manera de poder transportarlos a los sitios de venta o bien de venderlos a negocios que se dedican a retirarlos del sitio indicado.

Ante el creciente problema de los residuos sólidos urbanos, es necesario adoptar enfoques sostenibles para su manejo. Las soluciones incluyen:
- Reducción en la fuente: La mejor manera de reducir los RSU es evitar su generación. Esto se puede lograr a través de campañas de concientización, el uso de productos reutilizables en lugar de desechables, y la promoción de un consumo más responsable.
- Reciclaje y compostaje: La separación de residuos en origen es clave para facilitar el reciclaje. El vidrio, papel, plástico y metales pueden ser recuperados y reutilizados en la fabricación de nuevos productos, reduciendo la extracción de materias primas y el consumo de energía. Además, los residuos orgánicos pueden ser transformados en compost, un abono natural que mejora la calidad del suelo y reduce la necesidad de fertilizantes químicos.
- Economía circular: Este enfoque propone un cambio de paradigma en la producción y el consumo, donde los residuos se consideran recursos que pueden ser reincorporados al ciclo productivo. En lugar de seguir el modelo lineal de «producir, usar y desechar», la economía circular promueve la reparación, reutilización y reciclaje para alargar la vida útil de los productos.
- Tecnologías para el tratamiento de residuos: Existen avances tecnológicos que permiten tratar los residuos de manera más eficiente. Las plantas de biogás, por ejemplo, convierten los residuos orgánicos en energía renovable, mientras que las incineradoras de última generación reducen el volumen de residuos de manera segura, minimizando la emisión de contaminantes.
- Educación y participación ciudadana: Involucrar a la población es fundamental para el éxito de cualquier política de gestión de residuos. Los ciudadanos deben ser educados sobre la importancia de separar los residuos en sus hogares, reducir el uso de plásticos y optar por productos más sostenibles.

La acumulación y mala gestión de los residuos sólidos urbanos genera una serie de problemas ambientales. Entre ellos destacan:
- Contaminación del suelo y agua: Los vertederos y basureros a cielo abierto filtran sustancias tóxicas al suelo, contaminando acuíferos y cuerpos de agua cercanos. Los lixiviados que emanan de los residuos en descomposición contienen compuestos químicos peligrosos, lo que afecta la calidad del agua potable y los ecosistemas acuáticos.
- Emisión de gases de efecto invernadero: La descomposición de residuos orgánicos en condiciones anaeróbicas (sin oxígeno) genera metano, un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global. El metano es 25 veces más potente que el dióxido de carbono en la captura de calor en la atmósfera.
- Problemas de salud pública: La acumulación de residuos sólidos puede atraer plagas, como ratas y moscas, que son vectores de enfermedades. Además, la quema de residuos al aire libre, una práctica común en algunos lugares, libera toxinas que pueden causar problemas respiratorios y otras enfermedades graves.

La problemática de los RSU es una cuestión que afecta a todas las ciudades del mundo, enfrentarla solo será posible combinando esfuerzos gubernamentales, tecnológicos y de la ciudadanía en general. La solución es un compendio de actividades, donde está la reducción de la generación de los mismos, el reciclaje y el uso de tecnologías sustentables.
Es importante asumir el compromiso de proteger el planeta, impulsando el cambio hacia una sociedad más sostenible y consiente de lo frágil que es el medio ambiente de los constantes ataques de la ciudadanía en general.
* Claudio Cattáneo es un arquitecto argentino que reside en la provincia de Tucumán. Su trabajo se centra en cuestiones ambientales, reflejando su interés y compromiso con la sostenibilidad.