Un reciente estudio liderado por la Universidad de Edimburgo y el CSIC revela transformaciones inesperadas en la flora ártica. La región, que se calienta cuatro veces más rápido que el promedio mundial, muestra una expansión significativa de arbustos y gramíneas, mientras que las plantas con flores están perdiendo terreno, atrapadas bajo la sombra de especies más altas.
Esta reorganización de la biodiversidad desafía la idea convencional de la borealización—la simple expansión de ecosistemas templados hacia el norte. En lugar de un desplazamiento directo, el Ártico está experimentando una transformación dentro de sus propias especies, una evolución que tendrá repercusiones en los animales, las comunidades locales y el sistema global de carbono.

El estudio, publicado en Nature, se basa en más de 42.000 observaciones de campo en 2.174 parcelas de la tundra ártica, abarcando desde Svalbard hasta Canadá y Alaska. Mariana García Criado, autora principal, destaca la sorprendente diversidad del Ártico: «Solemos imaginarlo como un páramo helado, pero estos ecosistemas pueden albergar decenas de especies en apenas un metro cuadrado».
El investigador Pep Serra, del CSIC, señala que estos hallazgos matizan el efecto del calentamiento global: «No estamos viendo una sustitución de especies, sino una reorganización interna. Las temperaturas más cálidas traen más especies en algunos lugares, pero también pueden reducir la biodiversidad donde los arbustos dominan el paisaje«.

Estos cambios podrían alterar profundamente la dinámica ecológica del Ártico, afectando desde los herbívoros que dependen de la vegetación baja hasta las comunidades humanas que han coexistido con este entorno durante siglos. Como advierte la profesora Isla Myers-Smith: «Cuando las plantas cambian, todo cambia: animales, poblaciones indígenas y el ciclo global del carbono. Necesitamos estudios a largo plazo para entender el futuro de este ecosistema».
Este artículo fue publicado originalmente en SINC. Lea el original en este enlace.

