Un corredor biológico en Quito le devuelve la vida a la ciudad. Esta iniciativa, parte del proyecto «Reconectar», está transformando la avenida Mariana de Jesús. El corredor, de 1.5 km, ya es un vibrante hábitat natural. Conecta los parques La Carolina y Rumipamba, y está repoblando la ciudad con su flora y fauna nativa.
Este esfuerzo es posible por el apoyo de la fundación Great Leaf. La organización, sin fines de lucro, se dedica a la conservación de ecosistemas en Ecuador. La bióloga Liliana Jaramillo lidera el proyecto. Ella es cofundadora de la organización y ha usado su pasión por la naturaleza para hacer realidad esta visión.
El corredor biológico se ha convertido en un punto de encuentro para diversas especies. Abejas, mariposas y colibríes ya interactúan con plantas endémicas como la ñackak, la salvia rosada y la santa maría. En una entrevista, Liliana Jaramillo explicó los múltiples beneficios de las plantas nativas en entornos urbanos:
- Crean un hábitat natural y proveen alimento para diversas especies.
- Actúan como «esponjas» para retener el agua de lluvia, mitigando inundaciones.
- Ayudan a regular la temperatura de la ciudad, combatiendo el efecto de «isla de calor urbana».

Los voluntarios: la pieza clave para la sostenibilidad del proyecto
La sostenibilidad de este corredor biológico depende del involucramiento de la comunidad. Los voluntarios son el motor que impulsa la expansión de esta red de 1.5 km de áreas verdes. Como explica Andrea Narváez, cofundadora de Great Leaf:
«No existe una solución sin participación ciudadana. No sirve de nada que plantemos árboles si no hay personas involucradas en proteger la zona recuperada».
Con un enfoque de género
Un detalle notable del proyecto es que la mayoría de los voluntarios son mujeres. Andrea Narváez señala que este liderazgo femenino está generando un impacto positivo, al empoderar a las mujeres para que se sientan parte activa de las soluciones ambientales en su ciudad.

