Gorilas, hermosos y fuertes, enfrentan la extinción por deforestación, minería y furtivismo, que han diezmado sus poblaciones en las últimas décadas.
Hoy, 24 de setiembre, mientras algunos celebran el Día Mundial del Gorila, debemos enfrentarnos a una cruda realidad: estos majestuosos primates, estrechamente emparentados con nosotros, están al borde de la extinción. Compartimos entre el 97 y el 98% de nuestro ADN con los gorilas, una conexión que debería obligarnos a protegerlos con todas nuestras fuerzas. Sin embargo, la realidad es sombría.

La cruda realidad de la pérdida del hábitat
El 80% de los gorilas vive fuera de áreas protegidas, dejándolos a merced de la deforestación, la minería y la caza furtiva. La creciente demanda de materias primas extraídas de los bosques, como el coltán utilizado en la fabricación de dispositivos electrónicos, está devastando sus hábitats. Cada año, más de 2.000 hectáreas de su hogar son destruidas, un área equivalente a 2.800 campos de fútbol.
Enfermedades: un amigo invisible
Además de la pérdida de su hábitat, los gorilas están expuestos a una serie de enfermedades. Enfermedades gastrointestinales y respiratorias infecciosas, como el ébola, han diezmado poblaciones enteras. Según la Dra. Jane Goodall, renombrada primatóloga, «La desaparición de los gorilas no solo sería una tragedia para la biodiversidad, sino una pérdida irremplazable para la humanidad. Debemos actuar ahora.»

Refugios de Esperanza
Afortunadamente, algunos gorilas viven en lugares protegidos como los parques nacionales Bwindi, en Uganda; Virunga, en el Congo; y de los Volcanes, en Ruanda. En estos parques nacionales, habitan poco más de un millar de gorilas de montaña. Sin embargo, el resto de los gorilas que viven en «supuesta libertad» son cazados ilegalmente, lo que continúa amenazando su supervivencia.

La amenaza de la caza furtiva
Es un hecho innegable que cada día quedan menos gorilas, principalmente debido a la acción del hombre que los caza indiscriminadamente y destruye su hábitat. A los ejemplares adultos los cazan para vender su carne a restaurantes de lujo o para rituales, mientras que a las crías las venden vivas para distintos fines. La deforestación del hábitat del gorila con el fin de extraer maderas finas, expandir la agricultura o realizar extracciones de gas y petróleo ha empujado a la especie hacia la extinción.

Un llamado urgente a la Acción
No podemos permitir que los gorilas desaparezcan. Aquí hay algunas acciones que puedes tomar hoy: apoya a organizaciones de conservación como el Dian Fossey Gorilla Fund, reduce tu consumo de productos electrónicos no reciclados e involúcrate en campañas de concienciación y educación ambiental.
Al salvar a los gorilas, no solo estamos preservando una especie, estamos defendiendo la riqueza de nuestra propia herencia evolutiva. Cada pequeño esfuerzo cuenta, y juntos podemos hacer una gran diferencia. Recordemos, salvar a los gorilas es salvar una parte de nosotros mismos.